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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

De los orígenes de Piedras negras a la trama de la novela

Marthe sacó del bolso un sobre grande y, de él, una carta. 

  —Mi abuela murió en Toulouse hace cinco días. Era española, se llamaba Marta Medina Ortiz y durante la guerra estuvo aquí, en Breda, alistada en el bando republicano…, acaso en este mismo lugar donde estamos ahora. Este edificio parece muy antiguo —dijo lentamente, y se le notaba cómo iba traduciendo en su cabeza. (Piedras negras, p. 40).

Piedras negras permite a Eugenio Fuentes unir dos de los vértices de su narrativa: la novela negra y ese otro tipo de novela que queda fuera del canon detectivesco. Lo hace a través de uno de sus personajes predilectos y, en sus propias palabras, mejor construidos, la miliciana violista Marta Medina, intentando fusionar un cabo suelto de su novela ambientada en la guerra civil Si mañana muero (2013) con la serie protagonizada por su investigador Cupido, y el punto geográfico de confluencia de las dos en ese lugar imaginario de Breda, ciudad inventada por el autor y donde sitúa habitualmente sus historias.

“Corre el año 2004. Marta Medina, la miliciana violista de aquella novela, muere en Francia, donde ha vivido exiliada casi toda su vida. En su testamento encomienda a su nieta Marthe que viaje a España para encontrar al hijo que se vio obligada a dar en adopción nada más nacer, en plena guerra. El detective Cupido localiza en Toledo al hijo de Marta, que fue adoptado por una poderosa familia y hoy es un rico empresario que se niega a creer la teoría sobre su verdadero origen.” (El Cultural, Fernando Díaz de Quijano, 25 de febrero de 2019). Este es el punto de origen del relato, la unión de ambos ámbitos literarios y la coartada para atrapar al lector en una investigación por la que van a desfilar perfectamente hilvanados el robo de bebés por parte del franquismo, la corrupción de la iglesia, la burbuja inmobiliaria, el origen de la crisis del 2008 y la falsa bonanza económica. ¿Cómo logra el autor ensamblar todas estas piezas y que suenen en armonía?:

Eugenio Fuentes. Foto de Iván Giménez para «El Cultural»

“Con toda humildad puedo decir que no me ha resultado difícil encajarlas. Esta novela la tuve varios años en la cabeza antes de sentarme a escribirla, así que no tuve que salir a buscarla. La prensa ha hecho mucho hincapié en lo de los niños robados, pero yo no tengo la sensación de que sea una novela sobre eso. Yo la veo como la historia de la reconstrucción de una familia destrozada formada por tres generaciones: la abuela, la nieta y el eslabón perdido, que es el hijo dado en adopción. El detonante de toda la historia es el testamento. Como decía el poeta alemán Gottfried Benn, ¡qué sería de las novelas policiacas sin el testamento!” (entrevista realizada para El Cultural, por Fernando Díaz de Quijano Eugenio Fuentes: «La novela negra ha creado grandes personajes pero no un estilo literario» (elcultural.com)).

Este detonante provoca el encuentro entre Marthe y Cupido en la ciudad de Breda, aunque a diferencia de la mayoría de los relatos protagonizados por este investigador, la acción se centre en Toledo, ciudad donde reside el supuesto hijo robado. A partir de esta puesta en marcha, la narración se divide en dos tramas diferenciadas y confluyentes que adquieren carta de naturaleza negra en el capítulo 13: “Al cruzar el claustro y dejar a su derecha la sala de la Inquisición creyó detectar la vibración de una sombra tras una de las columnas y, por un instante, la embargó un terror medieval, pero se forzó a mirar hacia allí y no vio nada. No había nadie […] (Piedras negras, p. 175).

“En el transcurso de las pesquisas, el autor nos sumerge en las difíciles vicisitudes de un gran número de personajes, que buscan desesperadamente un lugar en el mundo y una identidad, a la que no siempre les resulta fácil acogerse; porque en esta novela aparecen buen número de historias de hijos cuyos roles familiares o sociales no están claros, o bien precisan de una vindicación que consume sus existencias.” (Blog “Novela negra y cultura popular” Piedras negras. Eugenio Fuentes – Novela negra y cultura popular (wordpress.com)).

Sin duda, el enlace por parte de Fuentes de sus dos formas narrativas no es meramente anecdótico: busca profundizar en el análisis y construcción de los personajes, apuesta por contar historias personales llenas de dramatismo con una rara habilidad literaria para diseccionar los diferentes estamentos sociales a los que se adscriben de forma natural cada uno de sus protagonistas. En definitiva, ambos géneros se retroalimentan y se invisten cada uno de las propiedades del otro: suspense (el género negro) y profundidad literaria (los otros géneros cultivados por el autor).

Como escritor preocupado por un género tradicionalmente tan denostado intelectualmente en nuestro país como el de la novela negra, Fuentes ha llevado a cabo una profunda reflexión en el género, sobre todo en su ensayo Literatura del dolor, poética de la bondad (Editora Regional de Extremadura, 2013) donde nos propone un decálogo:

1. No hacer concesiones al mercado del presente (no venderse a lo popular) pero tampoco “escribir para la posteridad” (pensando en un futuro lugar en el Parnaso).

2. Buscar que relato y personajes encajen y se iluminen mutuamente, haciendo que en el desenlace confluyan la verdad objetiva e incontrovertible de los hechos y la no menos indomable de los sentimientos y motivos implicados en ellos.

3. Procurar que la preocupación por el “quién” y por el “cómo” no impida indagar en los “porqués”.

4. Hacer que el relato surja de las pulsiones de los personajes, que estos no resulten fagocitados por la estructura del relato.

5. Que el artificio no se imponga sobre la coherencia narrativa, de modo que las historias narradas no se alejen de la realidad.

6. Incorporar cuando sea necesario las lecciones de la modernidad que nos ha legado el Siglo XX.

7. Intentar que la estructura se base en la interrelación entre todos sus elementos, y no en una mecánica sucesión de peripecias.

8. Despertar el interés, pero no la impaciencia del lector.

9. Buscar, más que el entretenimiento, el estremecimiento del lector.

10. Elevar la novela negra hasta las academias, apoyándose en méritos literarios, en peldaños forjados con palabras y en un riguroso cuestionamiento de los tópicos.

Quizás atendiendo a esta propuesta, podamos como lectores entender las sutilezas que se esconden entre las Piedras negras: ¿qué os está gustando más en la novela? ¿Veis claramente los diferentes aspectos del decálogo de Fuentes? Y, sobre todo, ¿pensáis que logra mantener el interés sin perder la calidad literaria?

Eugenio Fuentes: bajo los designios de Cupido

El escritor extremeño Eugenio Fuentes se ha convertido en uno de los más destacados representantes de la novela negra española. Nacido en Montehermoso (Cáceres), en 1958, su carrera literaria oscila entre la novela, el relato corto y el género ensayístico. Licenciado en Filología Hispánica, la serie de su detective Ricardo Cupido le sitúa como un escritor imprescindible en la renovación del género negro en el panorama literario español sin abandonar los cánones que definen a este tipo de narrativa: “las obras de Eugenio Fuentes pueden ser adscritas a la novela negra por su utilización de una serie de recursos formales, temáticos y pragmáticos basados, simplemente, en la presencia de un acto delictivo -generalmente, un crimen-, en el mantenimiento de una intriga que genera la interacción lúdica del lector y en la aparición de un personaje que lleva a cabo la investigación.” (“Eugenio Fuentes y la (re)creación del género policiaco”, Javier Sánchez Zapatero, EPOS, XXVIII, P. 217).

Foto de la agenica EFE

Mientras esperamos -con grandes expectativas- la publicación de Perros mirando al cielo, la próxima entrega del detective Cupido, que aparecerá muy prontito en Tusquets, los lectores de 4L/4C estamos devorando la hasta ahora última entrega de la serie, Piedras negras, una novela en la que Cupido sale de ese universo imaginario de Breda para hacernos viajar junto a sus reflexiones de Toulouse a Ciempozuelos, pasar por Basilea y el Grand Ballon con su medio de transporte favorito, la bicicleta, y dejarnos perdidos, en busca del criminal, en las calles de la ciudad de Toledo. Pero antes de meternos de lleno en la trama, preguntémonos quién es Ricardo Cupido.

Ricardo Cupido

Según nos cuentan en el blog detectivesdelibro.blogspot.com (Mis detectives favorit@s: Ricardo Cupido – Eugenio Fuentes (detectivesdelibro.blogspot.com) )“Ricardo Cupido Lasso nació en Breda, una pequeña ciudad ficticia 20.000 habitantes situada al norte de Extremadura. Hizo la mili en León y Madrid. Estudió Ciencias de la Información, rama de imagen, pero le faltan dos asignaturas para terminar la carrera. Se dedicaba al contrabando de tabaco por la frontera, oculto en colmenas, cuando fue detenido. Pasó 20 meses en la cárcel, no delató a sus compañeros.”

Eugenio Fuentes hace aparecer a este personaje en El nacimiento de Cupido. Tanto en esta novela como en Contrarreloj nos da a conocer su experiencia carcelaria por el delito de tráfico ilegal de tabaco rubio. En El interior del bosque, cinco años después de su “alumbramiento”, aparece ya instalado en Breda donde trabaja como detective privado. En realidad, tenemos muy pocos datos, aunque sí sabemos que siendo niño falleció su hermano y que tiene que cuidar a su anciana y enferma madre. Un dato importante para conocer a nuestro protagonistas y su comportamiento en el relato es su afición al ciclismo -experiencia que comparte con el propio Fuentes. Según nos recuerda Javier Sánchez Zapatero “El papel del ciclismo en la serie Cupido adquiere gran trascendencia, pues, además de convertirse en el marco ambiental de una de sus entregas, condiciona el discurso narrativo, ya que la descripción detallada del esfuerzo en la carretera del personaje permite dilatar el ritmo de la acción, explicitar las reflexiones sobre el caso del investigador y, en definitiva, contribuir al mantenimiento de la intriga” (Op. cit., p. 220).

Y no olvidemos que Cupido tiene también a su doctor Watson de cabecera, el Alkalino, un personaje que, situándose como el propio Fuentes señala “en burbujas de realidad”, acompaña al detective en su quehaceres investigadores. El Alkalino nos da una pista de quién es este detective bredense (le preguntaremos a Fuentes si nos está permitido el neologismo): “el que sabe, el que pregunta y escucha y reflexiona y sabe”.

La serie del detective Cupido la componen las siguientes novelas: El nacimiento de Cupido (1993). El interior del bosque (1999), La sangre de los Ángeles (2001), Las manos del pianista (2003), Cuerpo a cuerpo (2007). Contrarreloj (2009), Mistralia (2015) y Piedras negras (2019).

Y como adelanto del encuentro con Eugenio Fuentes del próximo 11 de diciembre, la entrevista al autor con la que nos obsequió Óscar López en Página Dos con motivo de la publicación de Mistralia y en la que nos dan pinceladas esenciales de cómo el autor construye sus novelas negras:

Seguro que ya estáis inmersos en la trama. Escribidnos para explicarnos qué os parece la novela, si os está gustando o si encontráis diferencias con las entregas anteriores de nuestro Club.

El lugar del crimen

“El lugar donde el crimen se realiza está estrechamente ligado a las exigencias internas del relato policial y, por tanto, la elección de un lugar u otro incluye una sobresignificación mayor de lo que en principio pudiera pensarse” (MARTÍN CEREZO, Iván. (2006). Poética del relato policiaco (de Edgar Allan Poe a Raymond Chandler). Murcia: Universidad de Murcia).

La edición de Anagrama de Black, Black, Black nos sumerge a través de esta escalera en el interior de un bloque de pisos en el centro de Madrid. Los vecinos -de clase baja- recorren el edificio intercambiando saludos e intimidades: lugar idóneo para que cualquiera de estos habitantes pueda ser el sospechoso ideal si se comete un crimen. Por esta galería social Marta Sanz sitúa a inmigrantes, jubilados, jóvenes coleccionistas de mariposas, mujeres de la limpieza y mujeres escritoras, algún posible pedófilo, y a enfermos de vejez y desmemoria. Desgraciadamente, nos encontramos también un cadáver, el de Cristina, una geriatra casada con un inmigrante, primer sospechoso por obra y gracia del racismo de los padres de la víctima.

En este barrio de Madrid todo es gris, en palabras de Zarco, el detective encargado de la investigación: “[…] gris el cielo y las fachadas de los edificios de cuatro plantas y la ropa en los escaparates de las tiendas. […]”, y las antenas parabólicas, y las palomas, y los coches aparcados, las farolas, los contenedores de basura, y hasta las bombonas de butano (que por su propia naturaleza suelen ser de color naranja).

Estas escaleras nos conducirán a cada una de las casas, a reductos de convivencia donde cada personaje se dibuja y se alimenta de su propia desconfianza, pero donde lo más importante es el propio espacio, un microcosmos que va a ser decisivo tanto a la hora de cometer un asesinato como a la hora de desvelar la culpabilidad:

¿Quién es el asesino? es la pregunta que abre toda narración policial. El criminal es igual a todos los personajes pero a la vez diferente. Tiene motivos para matar, pero también el resto puede tenerlos. La coherencia literaria exige que sea alguien que pertenezca al mundo de la víctima, alguien que conviva con la misma en una sociedad cerrada de la que ambos forman parte. No puede haber mejor manera de ejemplificar esto que haciendo a víctima y asesino vecinos (puerta con puerta).” (“Black, Black, Black de Marta Sanz: una mirada a la novela negra española”, Lara Soria Arellano).

Imagen de la fotógrafa Paula Anta, de la serie «La arquitectura de los árboles»
(L’architecture des arbres | Paula Anta)

Madrid, ciudad del crimen

Probablemente, la influencia de la novela realista a partir de Galdós sea el primer antecedente que “ofrece una imagen de la ciudad de Madrid como generadora del crimen en tanto espacio de desigualdad y tensiones sociales”. El interés de Galdós por la criminalidad, así como el de otros escritores como Emilia Pardo Bazán o Pío Baroja -cuya obra La lucha por la vida, una descripción de los bajos fondos madrileños de fin del siglo XIX, sería un antecedente del “Madrid negro” van convirtiendo poco a poco a esta ciudad en fuente de inspiración para futuros narradores del género: Francisco García Pavón con sus historias de Plinio -un caso madrileño para el detective de Tomelloso-, Carlos Pérez Merinero, Jorge Martínez Reverte o Juan Madrid (“La Metrópolis en la novela negra actual: caras y voces de Madrid y Barcelona”, tesis doctoral de Cristina Jiménez-Landi Crick).

Un ejemplo cinematográfico del ambiente que se va creando lo podemos encontrar en el maravilloso filme de Edgar Neville, El crimen de la calle Bordadores:

En realidad, esta película es una adaptación de los hechos reales que ocurrieron en la calle de Fuencarral:

“El crimen de la calle Fuencarral, en 1888, es sin duda uno de los más famosos de la historia de la criminología española. El relato del crimen, por más sórdido que pueda parecer, no pasa de corriente, sin embargo, el proceso se convirtió en el primer gran juicio seguido masivamente a través de la prensa. Uno de los periodistas que cubrieron el juicio fue Benito Pérez Galdós, y en él intervinieron personajes importantes en la época como José Millan Astray (entonces director de la cárcel Modelo). A la ejecución de Higinia, la condenada, asistieron unos 20.000 madrileños, y Antonio Cánovas tuvo que persuadir a la Reina Regente María Cristina de que debía reprimir su impulso de ejercer su derecho de Gracia. Todo esto sucedía en Madrid el mismo año que Jack el Destripador actuaba en Whitechapel.”(Luis de la Cruz, El Diario.es, 5/3/2012)

Esta historia fue llevada a la pantalla televisiva dentro de la magnífica serie de crónica negra llamada La huella del crimen. Aquí os dejamos el capítulo para deleite de los amantes del género:

El Madrid de las Corralas

Cristina Esquivel probablemente falleciera en un bloque de pisos con un ambiente y una estructura muy parecido al de las antiguas Corralas madrileñas. ¿Qué es una Corrala?

“Arquitectónicamente, las corralas descienden de las casas de vecinos del XVII, que a su vez tenían dos parientes: las viviendas hidalgas castellanas (de origen árabe y romano) que se organizaban en torno a un patio y las casas campesinas con corral. Pero en las corralas urbanas, el patio, los pasillos, la fuente y los retretes eran compartidos por varias familias. Madrid crecía y los inmigrantes del campo no cabían en la villa, así que se apiñaron. Los patios eran, en miniatura, las plazas añoradas de los pueblos: allí jugaban los niños y los abuelos tomaban el fresco. «Las mujeres bajábamos a lavar juntas con nuestros barreños de cinc», recuerda María Fernández, vecina de La Corrala, de 79 años. «Hoy todo es distinto, ni mejor ni peor; cada uno tiene su lavadora y su váter, pero antes había más armonía entre vecinos… ¡y una portera muy alegre!».” (Patricia Gosálvez para El País, «170 años en torno a un pasillo«)

Imagen de La Corrala de la calle Amparo, 54, en el madrileño barrio de Lavapies

Una portera muy alegre, un portero vigilante -desde la dictadura-, a la escucha, porque las Corralas son los lugares ideales para intercambiar discursos, para cotillear y saber de la vida de los otros, para que el lenguaje, como se demuestra en la novela de Sanz, se acabe convirtiendo en un juego de poder, de dominio del prójimo: el de Zarco y Olmo, el de Clemente, el de Josefina, el de Luz, y por supuesto el de Paula. El laboratorio en el que se mueven estos personajes no es otra cosa que una microfísica del poder que -por acercarnos ya al final de esta entrada- queremos ejemplificar en la tercera parte de la novela, cuando Paula ejerce su autoridad en la narración: “Caigo y recaigo en la misma trampa. No me curo. Él no me deja curarme. No sano porque cada noche, con la excusa de mi soledad, me llama y me cuenta una vida de la que sería mejor que yo no supiera nada. Zarco echa alquitrán sobre el piso y yo me quedo aprisionada […] Ahora por lo menos llevo yo la voz cantante […]”

Lectoras y lectores, ¿cómo subisteis esas escaleras y cómo estáis descendiéndolas? ¿Habéis escuchado las voces de ese edificio? El próximo sábado Marta Sanz nos acompañará para escuchar las vuestras, para que seáis vosotros los que llevéis la voz cantante. No os lo perdáis.

Pistas a seguir

El 19 de septiembre de 2021 en 4 Lecturas 4 Continentes por | 1 comentario

Sigamos la lectura de la novela en este enlace

El título Black, black, black … puede tener hasta tres posibles significados:

  1. El significado en inglés: ‘negra’, novela negra.
  2. La palabrería constante de Arturo Zarco: “bla, bla, bla”.
  3. El sonido de los disparos de una pistola: “pam, pam, pam”.

Afirma Susana Pedraza, en la reseña Black, black, black… o lo que la verdad esconde que “El negro todo lo confunde. No hay nada más opaco que la oscuridad, donde las apariencias y la realidad se difuminan y las cosas no son lo que parecen.”. Y esto parece aludir casi a un cuarto significado: ¿estamos ante una verdadera novela negra? Para ser más precisos: ¿esta obra recoge todos los elementos básicos del género?

Marta Marne en su comentario de la novela responde a esta cuestión (Black, black, black, de Marta Sanz – Leer sin prisa): “En todas partes veo que califican Black, black, black como novela negra. Yo no la calificaría así. Es cierto que comienza con una trama basada en una investigación, e incluso tenemos un cadáver de entrada, pero no es lo que dirige la novela. La trama pasa a un segundo plano por completo, tomando las riendas la propia narración y especialmente una intención muy clara de la autora: jugar entre la realidad y la ficción.” Porque como señala Lara Soria Arellano, en su trabajo Análisis de Black, Black, Black de Marta Sanz: una mirada a la novela negra española, las novelas negras tienen que crear intriga en el lector y, sin embargo, en esta novela “el suspense no se basa en encontrar más pistas, más testigos, sino en los juegos de engaños que crea la autora”.

3 mentiras en torno a la novela negra. Vamos a contar mentiras. – izaskunalbeniz.es

La estructura

Acudir a la estructura de la obra puede darnos alguna pista de que no estamos ante una novela negra al uso, sino más bien ante una novela que algunos calificarían de posmoderna, aunque sólo sea por los momentos de metarrelato, o de reflexión sobre la propia ficción que aparecen en la segunda parte. Sin “destripar” ni descubrir nada describamos esta estructura en tres partes:

Black I (“El detective enamorado”): tenemos toda la información del caso -entramos en la novela en media res sabiendo que ha habido un asesinato y que un detective es contratado por los padres de la víctima para descubrir quién ha sido- sobre todo a través de las conversaciones telefónicas entre Arturo Zarco y su ex mujer Paula Quiñones. Un planteamiento aparentemente clásico pero en el que enseguida empiezan a chirriar elementos que no se adecúan al género, como por ejemplo la homosexualidad del detective (dato meramente anecdótico, porque lo importante quizás sea la falta de competencia de Zarco para la profesión).

Black II  (“La paciente del doctor Bartoldi”): el lector va conociendo diferentes detalles de la historia a través del diario de Luz Arranz (una luz en la oscuridad), una de los vecinas del edificio donde ha tenido lugar el crimen. Y esta sí que es la parte más metaliteraria: “Encontramos en esta parte un ejemplo de cómo en la ficción se medita sobre la ficción, un rasgo propio de la literatura de la postmodernidad. Los límites entre ficción y realidad se difuminan en todo el capítulo.” (Lara Soria Arellano).

Black III (“Encender la luz”): es la parte más detectivesca, donde la trama se va revelando y en donde el personaje de Paula Quiñones va adquiriendo más peso en el devenir de la historia (a este propósito sería interesante leer el último libro de la trilogía del detective Zarco, pequeñas mujeres rojas). Los lectores caminamos en el proceso de resolución de la historia de la mano de Marta Sanz de la misma manera que Arturo Zarco y Olmo lo hacen de la palabra dilatoria de Paula Quiñones.

Quizás Marta Sanz hable de muchas otras cosas en la novela: de la seducción (“Ya no se trata de que alguien quiera seducir, sino de que todos quieren ser seducidos […]” (p. 9 de la edición de Anagrama), sobre todo de la literaria; de la violencia de la vida cotidiana (“y no la propia de las grandes corporaciones o de grandes conspiraciones a las que nos tiene acostumbrada la novela negra”, según afirma la propia Sanz en un programa televisivo); de la imperfección del mundo; de los prejuicios y de la política -una política subyacente; del dinero; … Todos estos asuntos y algunos otros tratados con humor e ironía como contrapunto.

Foto: Berta Sánchez Casas

Contadnos qué os está pareciendo la novela, si compartís estas pequeñas pistas, si habéis descubierto otros hilos y, sobre todo, si os está gustando.

Parte de Marta Sanz

¿Queréis conocer un poco más a Marta Sanz? Seguro que sí. Para ello tenemos la brújula de su último libro, Parte de mí (Anagrama, 2021). En esta obra, a la que podríamos calificar -por ponerle una etiqueta literaria- de autoficción, la autora se apunta a las redes sociales para reunir las sucesivas entradas de Instagram que publicó durante el confinamiento bajo el hastag #ParteDeMí.

En cada entrada una imagen, y cada imagen acompañada de un texto: textos breves y fugaces al principio, y que poco a poco van ganando en volumen y reflexión, como si del silencio ante lo inefable fuera surgiendo el ser humano (demasiado humano, y muy literario) que debe ir dando cuenta de lo que está sucediendo. Por sus páginas van apareciendo: la gata, los libros, su pareja, el padre y sus pinturas, una sobrina enfermera, novelas de Agatha Chistie, postales de actrices, …

Y todas las entradas acaban con una estructura similar: “Las bellas librerías, las lectoras que leen despacio, las personas que me cuidan sin aniquilarme, las conversaciones auténticas, las amapolas son… parte de mí.” (p. 106, de la edición de Anagrama). Así, que si os apetece adentraros en las entrañas y la tramoya literaria de Marta Sanz no os perdáis este diario de la cotidianeidad de una escritora. Marta nos cuenta más en este vídeo:

Esta Doctora en Literatura Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid escribió su tesis sobre La poesía española durante la transición (1975-1986). Sin embargo, la literatura no sería su primera experiencia profesional. Marta, tras su licenciatura en Filología, ejerció la docencia en la Universidad Antonio de Nebrija en la enseñanza de español para extranjeros. Y ya sabemos que ser profesional de ELE curte a todo buen escritor.

Finalmente decidió matricularse en el taller de escritura de la Escuela de Letras de Madrid, dirigido por Alejandro Gándara y donde fue moldeando su talento. Allí conoció al editor Constantino Bértolo, quien publicó sus primeras novelas en la editorial Debate. Y como aparece en alguno de sus trabajos de aquella época, ella se sintió “heroica en su peripecia”.


Sus primeras novelas fueron Lenguas muertas y Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico de Narrativa), antes de lograr un gran éxito en 2006 al ser finalista del Premio Nadal con Susana y los viejos. Os dejamos este enlace donde la autora hace una pequeña presentación de la obra:

Posteriormente daría el salto a la editorial Anagrama, donde ha publicado desde entonces títulos como Black, Black Black o Lección de anatomía, entre otros, siendo ganadora del Herralde de Novela en 2015 con Farándula. Fuera del campo narrativo ha escrito ensayo, No tan incendiario o Monstruas y centauras, y poesía, Perra mentirosa y Vintage.
Es también colaboradora de varios medios de comunicación, como El País o Público, además de escribir para revistas culturales como MercurioÍnsula o Quimera.

Esperamos que esto sea sólo un aperitivo del festín que nos espera el próximo 2 de octubre en el que como buenos lectores antropófagos nos comeremos el saber literario de Marta Sanz. Y como ya estáis todos enfrascados en la lectura de Black, black, black, os dejamos un enlace con cuatro pinceladas magistrales de la autora que nos darán luz en esta negrura.

Animaos y contadnos vuestra experiencia: ¿en qué Black estáis? ¿Veis diferencias entre cada una de las partes? ¿Con qué personaje simpatizáis más? ¿Sois zarquistas o paulistas?

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