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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Tendencias

Juan Pablo Villalobos firma un ejemplar de No voy a pedirle a nadie que me crea ( WMagazín (wmagazin.com))

“No quiero discutir otra vez por qué acepté una beca de la Fundación Katz para ir a estudiar en los Estados Unidos. La acepté y ya. No me importa que los Estados Unidos sean un país en donde existe la explotación del hombre por el hombre, ni tampoco que la Fundación Katz sea el ardid de un capitalista (Katz) para eludir impuestos. Solicité la beca, y cuando me la concedieron la acepté; y es más, Sarita también la solicitó y también la aceptó. ¿Y qué?”

(La ley de Herodes, de Jorge Ibargüengoitia)

Entre las tendencias literarias actuales no hay ninguna que triunfe y tenga más seguidores que la autoficción. Disfrazada de autobiografía, relato íntimo, memorias, diario, confesiones, o cualquier otro tipo de forma con la que queramos camuflarla, la autoficción es la apuesta segura de los escritores contemporáneos.

“A partir de los años 70 del pasado siglo se produjo una extraordinaria expansión de la literatura autobiográfica en todas las literaturas occidentales, desarrollo que casaba bien con los designios de una sociedad guiada por el predominio y el prestigio de lo individual.”  (Manuel ALBERCA, El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción).

A lo mejor, Ibargüengoitia, con el humor que le caracteriza y un posicionamiento literario como el que demuestra en La ley de Herodes, hubiera dicho que con esta tendencia nos “metieron el dedo. Dos dedos” o sea, que nos habían “doblegado ante el imperialismo” de la ficción “capitalista”.  Resistir para el autor de Guanajuato era pensar en Sarita, personaje de este maravilloso relato, La ley de Herodes, donde se desvela su hazaña y su traición.

Por momentos parece que No voy a pedirle… rinda homenaje o dialogue con este cuento, sobre todo en el doble juego narrativo entre la primera persona del escritor Juan Pablo Villalobos intentando reflexionar sobre el humor en la novela latinoamericana y Vale(ntina), con su diario de resistencia. Por un lado, el autor sometiéndose al autoridículo, riéndose de sí mismo como parte del juego (su dermatitis, sus ronchas por todo el cuerpo, será la comidilla de todo aquel que pase por su vida a lo largo de la novela; su “este” -palabra que repite para todo- como dejadez no sólo en su forma de hablar sino también en su comportamiento); por otro, su novia, en esa labor de aguante, de oposición desde la propia autoficción, pero esta vez con una 3ª persona retratada en un diario: “Estoy segura de que no hay nada más falso que el hecho de que una persona que se ha pasado los últimos años estudiando diarios, memorias, autobiografías y todo tipo de escritura íntima se ponga a escribir un diario.” (No voy a pedirle a nadie que me crea).

Imágenes del rodaje de la película No voy a pedirle a nadie que me crea de Fernando Frías

El lector y la autoficción

En el trayecto que va de la biografía a la autoficción o, lo que es lo mismo, en el confuso camino que va de lo verdadero a lo verosímil se sitúa el lector:

“Esto pone a tambalear al lector para decidir cómo leer el texto que se le presenta, si como una ficción que no se corresponde con lo que existe en el mundo real o una autobiofrafía donde lo que se cuenta debe ser leído al pie de la letra, es decir, el pacto ficcional o el pacto autobiográfico.” (MUÑOZ ORTIZ, Antonio Miguel, Tesis «La autoficción como recurso para el humor en No voy a pedirle a nadie que me crea de Juan Pablo Villalobos»).

Teóricos como Cynthia Olguín Díaz, en una búsqueda por explicar el fenómeno y calmar la zozobra del lector, afirman que estamos ante un proceso de autoconocimiento del propio autor:  “le permite a éste [al lector] concebir que si bien el texto que lee es autorreferencial, el relato de su vida [la del escritor] se articula mediante la autoficción, por lo que su intención ya no es simplemente representar al yo del escritor como sujeto real sino, sobre todo, como escritor y el modo en que reflexiona y cuestiona su identidad sobre la escritura. (Entre el diván y el espejo: la autonarración confesional y especular en El cuerpo que nací de Guadalupe Nettel y Canción de Tumba de Julián Herbert, 2018).

Aunque sólo sea para no naufragar en este tipo de textos, los expertos literarios afirman que lo importante es que se respete el pacto de lectura y que se distinga claramente que no estamos ante un relato en primera persona y sí ante un texto autobiográfico. En el caso del libro de Villalobos, podríamos asegurar siguiendo a diferentes críticos que estamos en el campo de la autoficción por la aparición de los siguientes elementos:

  1. El foco de la narración es la vida de Juan Pablo Villalobos personaje y su labor académica.
  2. La reflexión en torno a su trabajo de escritura.
  3. La ambigüedad de la lectura que se genera a partir de los paratextos, incitando al lector a cuestionarse qué grado de verdad hay en las situaciones humorísticas de este personaje que comparte nombre con el autor del libro.
Juan Pablo Villalobos en una entrevista el día de la presentación del libro hablando sobre autoficción y los contenidos del libro

El objetivo de esta escritura autoficcional

“Villalobos emplea los mismos recursos formales que busca criticar para parodiar la formas en que este tipo de textos se construye y cómo han sido leídos.” (Tesis citada de Antonio Miguel Muñoz Ortiz).

El objetivo de Villalobos no es tanto que el lector problematice los alcances de la ficción o la metaficción sino que el humor sea el hilo transmisor y conductor de la novela en todos y cada uno de sus múltiples frentes: parodiando a profesores y críticos de la literatura (cuando Juan Pablo quiere cambiar de directora de tesis, ella le pregunta: “¿En quién has pensado para sustituirme?”, como si fuera la protagonista despechada de una ranchera); riéndose y caricaturizando la presencia de la violencia y del narcotráfico (hay una poderosa organización criminal mexicana que coacciona al escritor en su viaje a Cataluña para lavar dinero y que intente ligar con la hija lesbiana de un político catalán); ironizando sobre los tópicos de nacionalidad (“el chino”, “el pakistaní”, “el italiano”) o criticando y denunciando los nacionalismos rancios (sobre todo los mexicanos y los catalanes): “como la mayor parte de sus congéneres mexicanos, con respecto a su país Villalobos practica un humor bastante benevolente que, más bien que sugerir la crítica, termina una vez más por provocar la risa. Esta lectura concuerda con lo que el autor ha dicho en numerosas entrevistas, también y sobre todo respecto a Cataluña, insistiendo en que se siente catalán y que espera que sus compatriotas no tomen a mal que se burle de ellos.” («Auto, meta, narco, post, trans. El recetario (¿de los abuelos, para los nietos?) de Juan Pablo Villalobos en No voy a pedirle a nadie que me crea«, artículo de Kristine Vanden Berghe, Universidad de Liège).

Para concluir, podemos afirmar que en el caso de la novela de Villalobos, en contra de lo que diría Barthes, el autor no desaparece para que nazca el lector, sino que autor y lector dialogan a través del juego narrativo que plantea el primero. Sin embargo, este juego hay que tomárselo muy en serio:

 “En la novela de Villalobos este recurso de autofiguración es una herramienta con la que pretende burlarse de la condición de escritor al mismo tiempo que parodia, mediante sus mismos recursos, un discurso que ha venido popularizándose de manera incansable desde hace ya varias décadas y que la crítica, al igual que muchos autores, comienzan a rechazar por su aparición constante y pocas variables.” (Tesis de Antonio Miguel Muñoz Ortiz).

En los cuatro primeros minutos de esta entrevista Villalobos reflexiona sobre la creación literaria:

Juan Pablo Villalobos en la Feria de Guadalajara

“[…] asegurar enfáticamente que todo lo que voy a escribir es verdad. Todo. En plan Rousseau. La promesa de veracidad. El pacto autobiográfico. Como si alguien, de todas maneras, me fuera a creer. No voy a pedirle a nadie que me crea.” (del diario de Valentina en No voy a pedirle…)

Lectoras/es, ¿no es esto la ficción?

No voy a pedirle a nadie que se ría

“Una broma que encubre algo muy serio.”

(Los detectives salvajes, Roberto Bolaño)

Juan Pablo Villalobos, autor de La invasión del pueblo del espíritu: “Todos somos extraterrestres” – La Tercera

“Mi primo me llamó por teléfono y dijo: Te quiero presentar a mis socios. Quedamos de vernos el sábado a las cinco y media en plaza México, afuera de los cines. Llegué, eran tres, más mi primo. Todos con una pelusilla oscura encima de los labios (teníamos dieciséis, diecisiete años), la cara llena de espinillas que supuraban un líquido viscoso amarillento, cuatro narices enormes (cada quien la suya), hacían la prepa con los jesuitas. Nos estrechamos la mano. Me preguntan de dónde soy, dando por hecho que no soy de Guadalajara, quizá porque al estrecharles la mano levanté el dedo pulgar hacia el cielo. Digo que de Lagos, que viví ahí hasta los doce años. No saben dónde queda eso. Explico que en Los Altos, a tres horas en coche. Mi primo dice que de ahí es la familia de su papá y que su papá y el mío son hermanos. Ah, dicen. Somos güeros de Los Altos, especifica mi primo, como si fuéramos una subespecie de la raza mexicana, Güerus altensis, y sus socios se miran entre sí, unos a otros, con un brillito socarrón en sus miradas de clase media alta tapatía, o clase alta baja, o incluso aristocracia venida a menos.”

(No voy a pedirle a nadie que me crea, Juan Pablo Villalobos)

No hay nada más serio que el humor. Ya se dice en Los detectives salvajes que “el poema (de Tinajero) es una broma que encubre algo muy serio”. ¿Cuál es, entonces, el misterio? Con la misma ligereza con la que los muchachos de los detectives responden a esa misma pregunta, nosotros podríamos homenajear a Bolaño y confirmar que en No voy a pedirle a nadie que me crea  “no hay misterio, Amadeo”.

 En fin, en la novela sí que hay algo que se esconde. Es el propio Juan Pablo Villalobos, convertido en personaje: un escritor mexicano, homónimo, que se traslada de México a Barcelona para hacer un doctorado sobre los límites del humor en la literatura latinoamericana del siglo XX. Su tesina había versado sobre otro escritor mexicano, Jorge Ibargüengoitia, que, paradójicamente, se opone a la autoficción a través del humor. “Desde Jorge Ibargüengoitia no teníamos en México un narrador que manejara con esa destreza los mecanismos del humor, sobre todo del humor paródico. “ (Fernando GARCÍA RAMÍREZ, “El malvado realismo cínico”, Letras libres, 16 de febrero de 2017).

Seguro que ya estáis inmersos en los primeros capítulos del libro, en ese inicio a lo Pulp fiction que nos deja esa profunda reflexión sobre el humor, esa escena que no sé por qué recuerda a esta otra de la película de Tarantino:

“¿Y si yo soy el que cuenta el chiste?” (No voy a pedirle a nadie que me crea)

Pero que el lector no tema nada. No hay misterio. En esta pequeña entrevista, el autor nos adelanta qué vamos a encontrar en el libro y deja claro que no va a pedirle a nadie que se ría:

A pesar de todo reírse va a ser inevitable en esta lectura. Escribidnos porque este blog depende de vosotros, es decir, de quien cuente el chiste.

Milagros prohibidos, abrazos perdidos

“Alexis Ravelo tenía una extraña manera de cazar a sus víctimas. Antes siquiera de verlo, uno oía su vozarrón, con o sin carcajada, aunque en realidad –palabras y risas eran ambas una misma cosa– y lo siguiente era ya el ataque letal. No sabías muy bien de dónde había salido aquella bestia, pero lo tenías ahí, encima tuyo a punto de dar rienda suelta a su llave favorita: el abrazo Ravelo.”

(“El abrazo de Ravelo”, de Carlos Zanón, en el periódico La Vanguardia, 31 de enero de 2023)

Foto: David Airob en el artículo de La Vanguardia citado

Este escritor calvo a régimen de cervezas y bocadillos de chopped -así le gustaba definirse- nos obsequió con un legado literario que transita desde el microrrelato al cuento, de los libros infantiles y juveniles a la novela negra, desde la novela más canalla y gamberra – los Monroy que recomienda Silvia- a la más histórica y documentada, dejando siempre patente esa capacidad de buen narrador que tan bien sabía transmitir en todas las ágoras en las que participaba. Además de su faceta como novelista, Ravelo ha colaborado en radio, televisión, prensa y publicidad e incluso ha creado letras para canciones. Todo un torbellino de actividad, desde la periferia Canaria (de sus múltiples ocupaciones e iniciativas en las Islas ya os hablamos en una entrada anterior del blog) hasta aquel confín del mundo en el que su imagen seguirá viva en los espejos.

Pero es sin duda en la novela negra donde ha obtenido los mayores reconocimientos, especialmente tras ganar en 2014 el premio  Dashiell Hammett en la Semana Negra de Gijón por La estrategia del pequinés. Este cuentista de la calle, que nació y se crio en el humilde barrio de Escaleritas en Las Palmas de Gran Canaria, fue aprendiendo el oficio de escritor con las voces que se entremezclaban tras la barra de un bar, mientras servía copas como camarero:

 “- Josué, ¿conoces a Alexis Ravelo?

– No, personalmente, pero él nos conoce a todos, del Cuasquías [nombre del bar en el que trabajó mucho tiempo y que fue un local de referencia en Las Palmas]. Y además, nos saluda. Si coincides con él, seguro que entre ronsito  y ronsito vas a aprender de literatura y de cine más que si hubieras hecho un doctorado”.

Pero su formación fue más allá de la calle: “ Aunque dejó inacabados los estudios de Filosofía que comenzó en la UNED, se considera a sí mismo un hombre autodidacta, que ha aprendido de la vida y de sus avatares, y ha asistido a talleres de narrativa impartidos por Mario Merlino, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique; podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que Alexis Ravelo posee un bagaje cultural digno de admirar”(Raquel Ortiz, entrada “Alexis Ravelo” para la Academia Canaria de las Lengua). Dejamos que Alexis nos cuente un poco cómo fueron aquellos años de aprendizaje mundano:

Fueron tiempos rodeado de influencias antes de crear y de edificar su propia guarida:  “cuando es interrogado acerca de quién o qué considera influyente en su obra, no duda en nombrar y analizar las obras de autores como Friedrich Dürrenmatt, Jean-Pierre Manchete, Leonardo Sciascia, Juan Madrid, Francisco González Ledesma, Jorge Reverte o Kurt Vonnegut; entre los autores canarios, destaca la influencia de Pedro García Cabrera, Dolores Campos-Herrero, Benito Pérez Galdós o Agustín Espinosa, entre otros.” (Raquel Ortíz, art. cit.).

Los abrazos de Ravelo

[obras referenciadas, principalmente, en el artículo de Raquel Ortiz, ya mencionado]

1. En el apartado Relato:

Trazos interrumpidos/El día del esclavo/Sombras chinescas (1997)

Segundas personas (2000)

Ceremonias de interior (2006)

Algunos textículos (2007)

“En sus relatos, textos de distinta extensión (pero siempre breves), Alexis Ravelo busca el extrañamiento ante lo cotidiano, el entretenimiento, el juego, la incomodidad, la reflexión. […] Sin duda, pequeños textos que, como ya esboza el propio Alexis Ravelo en su blog Ceremonias, son <<pequeñas píldoras para leer rápido y pensar despacio>>”.

Fragmento de Ceremonias de interior

“Manuscrito hallado en un elevador”

En memoria de Augusto Monterroso

Amo los ascensores porque son un país de lo indefinido en medio de la previsible jornada. Porque suponen la indescifrable posibilidad de encontrarte con tu peor amigo, tu mejor enemigo, con el amor de tu vida, con el hombre destinado a ser tu verdugo. […]

2. Sobre las Novelas:

Tres funerales para Eladio Monroy (2006)

La noche de piedra (La iniquidad I, 2007)

Sólo los muertos [Eladio Monroy 2](2008)

Los días de mercurio (La iniquidad II, 2010)

Los tipos duros no leen poesía [Eladio Monroy 3] (2011)

Morir despacio [Eladio Monroy 4] (2012)

La estrategia del pequinés (2013)

La última tumba (2013)

El viento y la sangre (2013)

Las flores no sangran (2015)

La otra vida de Ned Blackbird(2016)

Los milagros prohibidos, 2017.

El peor de los tiempos [Eladio Monroy 5], 2017.

La ceguera del cangrejo, 2019.

Un tío con una bolsa en la cabeza, 2020.

Si no hubiera mañana [Eladio Monroy 6], 2021.

Los nombres prestados, 2022.

“Sobre la novela negra, género en el que sin duda destaca, Ravelo tiene las ideas muy claras: como escritor, considera que puede y debe escribir sobre lo que ocurre en la realidad, en el día a día del ciudadano de a pie. […] Lo más trascendental, sin embargo, con respecto a esto – y por supuesto base de la novela negra –, es la violencia que se genera a partir de esta política y de esta sociedad capitalista, una violencia que, para Ravelo, se refleja totalmente en el ser humano y sus pasiones.”

Algunos de sus escritores de cabecera en el género eran Raymond Chandler, Horace McCoy, James M. Cain, David Goodis y “el gran Jim Thompson”.

Fragmento de Tres funerales para Eladio Monroy

“Los camiones de la basura, las cubas municipales, los vehículos de desinfección, los taxis vacíos van dando paso a los turismos, a las guaguas, a los camiones de reparto, a los taxis ocupados.

La luz se derrama sobre los barrios altos (que aquí son los barrios bajos); sobre las instalaciones portuarias; sobre los bloques de viviendas con paredes de cartón; sobre los riscos nimbados de pequeñas casas que se amontonan en multicolor cascada; sobre el empedrado y los muros de piedra de las calles del barrio colombino; sobre las céntricas avenidas; sobre las playas desoladas que acogen a bañistas prematuros; sobre oficinas bancarias y sedes oficiales; sobre cuarteles y hospitales; sobre colegios y cocheras; sobre plazas diáfanas y sombríos callejones sin salida.”

3. Su literatura para jóvenes y niños

La princesa cautiva (2008)

Historia del bufón Alegre Contador (2008)

Los perros de agosto (2009)

La fuga (2009)

Las fauces de Amial (2010)

Las pruebas de Maguncia (2013)

Dácil, princesa de Taoro (2013)

Las ratas de noviembre (2015)

La cabra fortunata y Tomasito el ilustrado (2015)

Rompiendo límites

Su novela negra ha recibido múltiples premios por aquello que tuvo de revolucionaria, encontrando una voz propia en un género tan poblado que muchas veces se nos hace difícil encontrar lo auténtico.: “Debo reconocer que Tres funerales para Eladio Monroy fue para mí una obra revolucionaria. […] lo cierto es que descubrí en las páginas de esta novela que me encontraba ante un narrador impresionante, un escritor que tenía muy claros los fundamentos mínimos para consolidar un estilo propio, una marca muy personal que habría de servirle para que, con el tiempo y la sucesión de obras, se convirtiera en una categoría literaria por sí mismo.” (Victoriano Santana Sanjurjo, “Alexis Ravelo. Ante todo, buena gente”, en el blog Soltadas).

Pero además cultivo otros géneros negros, aquellos que como Los milagros prohibidos reconstruyen la historia desde el interior, desde las personas que la habitan, convirtiéndose en un cronista de otro siglo, probablemente, como su paisano Galdós, de un XIX con aires del XXI, porque Ravelo también tenía sus episodios, aquellos que le permitían reflexionar de los espacios y de la memoria, de la iniquidad. Antonio Becerra Bolaños y Nayra Pérez Hernández en su artículo “Espacios y memoria del mal: en torno a La iniquidad de Alexis Ravelo” dedicado a las novelas La noche de piedra y Los días del mercurio nos confiesan que “Ravelo recupera el carácter social y la dimensión filosófica de este tipo de textos a través de un interesantísimo tratamiento del espacio y de la reconstrucción de la memoria histórica.”

Fotografía de Joan Calvet

La última vez que coincidimos venía de triunfar -nuevamente- con Los nombres prestados, las librerías se llenaban con la reedición de Los días del mercurio y nosotros caminábamos hacia el 4L/4C con la mochila llena de milagros prohibidos. Allí nos quedamos, como dice Zanón, en un abrazo de Ravelo.

Si no los habéis probado, no os preocupéis, abrid sus libros porque como bien afirma Carlos Zanón: «Alexis Ravelo (Las Palmas, 1971) escribía mejor que abrazaba. Mucho mejor. Imagínense.”

El viaje del héroe de Ravelo

“Bien cierto era que en los primeros días hubo quien apoyó a los fugados, proporcionándoles provisiones, ropa y cobijo. Pero la gente de uniforme se había encargado enseguida de escarmentar a los proveedores. Dadas las circunstancias, para que Agustín estuviese bien, sano y salvo, habría hecho falta un milagro. Y los fascistas habían prohibido los milagros”

(Los milagros prohibidos, p. 90)

Alexis Ravelo en una de las presentaciones de su novela Los milagros prohibidos

Si bien la novela construye su trama en los días posteriores a la Semana Roja y se concentra en las peripecias y vicisitudes que sufrieron sus principales personajes, sobre todo en la huida de Agustín Santos y las circunstancias que llevaron al movimiento de los Alzados, tal y como se refiere en este artículo:

 “El relato se centra en la fuga del protagonista por montañas y barrancos, intentando llegar a un lugar desde el que salir de la isla para poder luego rescatar a su esposa. Su huida, que se prolonga varios meses, es tan desesperada, y la posibilidad de escapar tan remota, que solo un milagro podría salvarlo, lo que motiva el título de la obra” (Ines Alicia Espinosa Charry, “La presencia del viaje del héroe en la novela ‘Los milagros prohibidos’ de Alexis Ravelo”)…

… el desencadenante de estos acontecimientos está en otro alzamiento, el del general Franco, y en las consecuencias que tuvo en la isla de la Palma. Así nos lo cuenta el autor en esta presentación del libro:

Bien es cierto, como muchos críticos afirman, que Los milagros prohibidos es una novela de personajes -de doña Florita al Sargento Vidal pasando por Agustín Yanes, Juan el Malhablao o Fernando el Polaco, entre muchos otros perfectamente caracterizados-, en la que Ravelo es capaz de construir con múltiples matices la forma de vivir y de pensar de ese momento histórico, pero en la que destacan tres protagonistas por encima del resto: Agustín Santos, el maestro comunista, progresista, emigrante granadino en la isla, que se ve obligado a huir y a constituirse en un héroe a la fuerza; Emilia Mederos, su esposa, una mujer perteneciente a la próspera burguesía palmera, una familia santacrucera de ideología liberal; y Floro, el Hurón, pretendiente de Emilia, falangista, con poca cultura, que se ve rechazado por culpa de otro hombre, en última instancia un rojo.

Es precisamente la tensión amorosa entre estos protagonistas la que convierte el relato en una maravillosa novela de aventuras, un relato épico – “que se manifiesta […] en muchas características técnicas y estilísticas […] héroes, enemigos, sanguinarios, una guerra de fondo, persecuciones, combates…” (Alicia Espinosa Charry, artículo citado)- que transcurre en un lugar adecuado, una isla:

“Siempre me ha parecido que la narrativa con islas como escenarios son propicias para relatos que proyectan huidas, supervivencia, tratos sociales, política… cuya limitación geográfica ha deparado varias de las páginas más apasionantes de la historia de la literatura. Desde Robinson Crusoe, La isla del tesoro, El señor de las moscas u otras islas como el barco de Moby Dick, o El Batavia, que combina ambos escenarios, o la isla de Utopía de Tomás Moro, paradigma del buen gobierno.” (Aldo García Arias, de la Librería Antonio Machado, de Madrid, «Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo, la novela que regalaría la librería Antonio Machado de Madrid«)

https://viagallica.com/canaries/lang_es/carte_ile_palma.htm

… y con un trasfondo histórico que propicia que el lector se vea atrapado desde las primeras páginas del libro en un ritmo frenético que nos vapulea emocional y moralmente y que, sobre todo, cuando abandonamos sus últimas líneas nos obliga a posicionarnos no sólo ideológica sino también emocionalmente. “Los milagros prohibidos muestra la miseria, el hambre, el rencor, la ira, el dolor, la desesperanza, y sí, también el amor. A lo largo de la lectura haces tuyos cada uno de los personajes, poniéndote en su piel e inevitablemente reflexionando sobre el momento que nos ha tocado vivir a nosotros.” (Marta Marne, “Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo”, Marta Marne, 6 de marzo de 2017)

El viaje del héroe

Hay un personaje que se va a convertir en el héroe de la novela, Agustín Santos, que se ve impelido a una búsqueda, a lograr un objetivo, una hazaña que desde el comienzo se nos presenta como difícil e inalcanzable.

Como afirma Alicia Espinosa Charry en su maravilloso artículo -que no sólo recomendamos, sino del que somos ampliamente deudores en nuestra lectura- el héroe atraviesa un proceso de transformación personal en el que el lector logra identificarse al reconocerlo en su vida anterior como un hombre normal: su juventud de estudiante en Granada, su labor como maestro de pueblo en Puntallana, su idílica vida con Emilia:

“se persigue suscitar nuestra identificación con el protagonista, resaltando su faceta plenamente humana y, por así decirlo, pre-heroica: un hombre culto y a la vez comprometido con los más desfavorecidos, buena persona, honrado ciudadano…”

Fotografía de Joan Calvet

Quedémonos en esta entrada con este honrado ciudadano, que en 2017 ofrecía esta maravillosa entrevista en Radio Euskadi en la que desentraña aquello que se esconde en Los milagros prohibidos.

Y, como siempre, atentos a vuestras lecturas y opiniones, esperamos vuestros comentarios para el blog.

La Semana Roja de Ravelo

“El 18 de julio de 1936, La Palma, una de las islas occidentales del archipiélago canario, se mantuvo fiel al Gobierno de la Segunda República durante un periodo de siete días que luego sería denominado la Semana Roja. Tras el desembarco de tropas del bando nacional y de voluntarios falangistas, los milicianos de izquierda huyeron a los montes para evitar una confrontación que habría involucrado a civiles. […]

La acción de esta novela transcurre en esa isla y en esos días en que a la miseria y el aislamiento se sumó la violencia. Y está dedicada a quienes se negaron a olvidar.”

(Los milagros prohibidos, p. 9)

Grupo de alzados en los montes de La Palma (Archivo Municipal de Tazacorte)

Este es el momento en el que se ubica Los milagros prohibidos. Aunque el objetivo de Ravelo no es hacer una novela histórica, sí que los acontecimientos que tuvieron lugar no solo durante la Semana Roja sino en los meses posteriores, con el movimiento de Los Alzados, constituyen el origen y punto de partida de las peripecias y vicisitudes que tienen que vivir sus personajes.

¿Qué ocurrió en la isla de La Palma el 18 de julio de 1936, fecha en la que el General Franco se subleva al legítimo gobierno de La República?

Alexis Ravelo nos lo cuenta en la Tercera Parte del libro, con la conversación que se sumerge en los recuerdos cercanos entre Juan Padilla el Malahablao y Agustín Santos y que dará pie a una rememoración de los hechos desde el punto de vista de diferentes personajes de uno y otro bando. Todo comienza un  17 de julio en el que Floro el Hurón se despierta en la cama de Candela en Las Palmas con los aires del golpe en el ambiente justo en el mismo instante en el que Emilia y Agustín cierran su casa en Puntallana para trasladarse a Santa Cruz de La Palma ajenos a lo que estaba por pasar.

El avión Dragon Rapide, con el que Franco inicia el golpe
Puerto de Santa Cruz de La Palma hacia 1936

 En esta conversación, Juan y Agustín reflexionan sobre su presente, sobre los asuntos a los que se dedicaba el gobierno republicano, “estaban ocupados construyendo un nuevo país, un nuevo mundo”, y las motivaciones de los golpistas, “les movía sobre todo el miedo. Miedo a perder privilegios inmemoriales, poderes que la oscuridad, travestida de tradición les había conferido durante generaciones”. Asimismo, describen con precisión el momento inaugural de la Semana Roja, la intercepción por parte de un jefe de telégrafos de Izquierda Republicana de “un telegrama de los traidores en la mañana del 18 de julio”, que llevó a Tomás Yanes, delegado del Gobierno, “que supo qué hacer”.

Ejemplo de telegrama de 1936

La ficción se corresponde con la realidad de los hechos tal y como se describen en este artículo de 19 de febrero de 2019 de El Digital Sur: “Al cuartel de la isla bonita llegó un telegrama de los golpistas para que se sublevara el Capitán, sin embargo, este fue interceptado por un telegrafista socialista que se lo envió al Gobernador Civil de Santa Cruz de Tenerife, Vázquez Moro cuya anticipación supuso que el Capitán del cuartel de La Palma no pudiera movilizar a los militares para apoyar el golpe de estado. De hecho, tan solo había 25 soldados porque el resto estaba de permiso. Por lo tanto, el destacamento no salió a las calles de Santa Cruz de La Palma para imponer el estado de guerra, tal como había ordenado Franco porque el número de militares era escaso para poder dominar a los simpatizantes y militantes de izquierdas que se estimaban en torno a unos 6.000 palmeros.”

“Y así permaneció La Palma desde el 18 de julio hasta el mismo día 25. Agustín y Juan no lo sabían en ese momento, mientras hablaban de él, pero a ese periodo ya habían empezado a llamarlo la Semana Roja. No por la sangre, porque esta no corrió. Fue una semana sin sangre. La sangre se derramaría más tarde, a lo largos de los meses de huida, y sería solo el preludio de una eternidad azul. Azul y profunda. Eso fue exactamente: una eternidad profunda y azul.”

(Los milagros prohibidos, pp. 163-164)

Nos cuentan los hechos en “Objetivo Canarias”, un programa de la Televisión Canaria de 7 de abril de 2021 (los acontecimientos de La Palma se narran desde el minuto 18 hasta el 21’30’’, aproximadamente):

La Semana Roja finaliza con la llegada del buque Canalejas, enviado por los golpistas para derrocar al gobierno legítimo: “Nada más llegar comenzó a bombardear los alrededores de la población e inició el desembarco de las militares. Los miembros de izquierdas, llamados alzados, pensando que el golpe de estado fracasaría en breve, decidieron adentrarse en los montes a la espera de que llegaran noticias para volver a retomar el orden.” (Los 13 de Fuencaliente, la Semana Roja de La Palma – El Digital Sur)

El buque Canalejas

“El Canalejas era un cañonero de la clase Cánovas del Castillo, una máquina concebida para matar […] Cuando Silverio le dijo que el Canalejas iría a La Palma y que el Ejército solicitaba voluntarios falangistas para acompañarlos en la expedición, Floro no se lo pensó dos veces”.

(Los milagros prohibidos, p. 185)

Los Alzados: “los hombres hacen la historia. Las mujeres la sufren”

Agustín se ve obligado a abandonar La Palma y huir por los montes de la isla. Ravelo nos sitúa a hombros de su personaje para enseñarnos lo que vivieron aquellos hombres que durante meses fueron resistencia frente a los golpistas.

“Aunque en un sentido estricto de la palabra los Alzados no fueron “maquis”, si es cierto que fueron los primeros guerrilleros que huyeron al monte, aunque hubo quien escapó por mar hacia América. Otros tuvieron peor suerte y fueron apresados y juzgados.” (Los 13 de Fuencaliente, la Semana Roja de La Palma – El Digital Sur)

Desde otro lugar, desde el epicentro de la isla, donde los franquistas y falangistas intentan ejercer el poder, el escritor nos muestra la resistencia interior, la de Emilia y la de su familia frente a las embestidas de Flor el Hurón. También aparecen las represalias y las venganzas, el lado mezquino y miserable de los conflictos armados y que esta novela refleja al detalle y, como muestra, este magnífico pasaje contado desde el punto de vista de «un camarero calvo que escribe»: “ Ahí solo entré una vez, pero logré captar un fragmento de conversación: Yanes le decía a Luján que a ellos no les había pasado nada durante aquellos días, que si llegaba un cambio en la situación, ellos deberían hacer lo mismo: proteger a los otros. […] cuando Yanes ya se había ido, volví para reponer y escuché a Luján y a Rodríguez, que estaban de acuerdo en que <<al cabrón de Yanes, como a los otros, habría que darles café>>” (Los milagros prohibidos, p. 200).

[Para aclarar la expresión “dar café” es interesante leer este artículo de el periódico El Plural Andalucía, de 19 de febrero de 2021: CAFÉ: el lema falangista vinculado al asesinato de Lorca que luce en el Parlamento andaluz (elplural.com)]

Como todas las guerras, la española también dejó cicatrices que no porque haya pasado el tiempo y vivamos en un régimen democrático han logrado curarse. De hecho, sus consecuencias todavía están muy presentes y siguen causando muchísimo dolor. Para ilustrar estas consecuencias y los acontecimientos que las provocaron en la isla de La Palma os dejamos este documento en el que el cantautor Pedro Guerra hace un viaje con múltiples testimonios sobre el conflicto en las Canarias. Desde el minuto 43 aproximadamente están contados los hechos de La Palma:

Pero no son, a simple vista, solo huesos
Amoratados huesos
En el calcio del hueso hay una historia:
Acaudillada historia, desmemoriada historia
El horror no solventado

(Canción Huesos, de Pedro Guerra)

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