El pasado sábado 18 de junio nos reunimos 35 lectores por videoconferencia en el segundo título de esta edición del club de lectura «4 Lecturas 4 Continentes»: Derecho natural, de Ignacio Martínez de Pisón. Un escritor discreto, que cree que la literatura está hecha de heridas por cicatrizar, que intenta mejorar con cada título que tiene entre manos, y que lleva casi cuarenta años escribiendo, en Anagrama primero, y en Seix Barral después.
Ignacio Martínez de Pisón es un escritor hecho a sí mismo, para el que el oficio de escritor no se aprende, se lleva dentro. Nos habló de sus diferentes facetas como escritor comenzando por la labor de guionista, donde la estructura de la historia es muy importante, y que le ha servido después para mejorar la estructura de sus novelas. Como novelista, con más libertad que en la faceta anterior, ya que nadie se entromete ni le cambia nada del texto, es donde mejor se encuentra, además de confiar que con las novelas se tiene más acceso a los sentimientos que desde el cine. Como columnista tiene claro que cada frase cuenta y la repetición no es una alternativa. Por último, como ensayista, aunque el autor prefiere hablar de libros narrativos y no de ensayos, en los que no le gusta incluir ninguna información ficcionada, todo lo que escribe es información contrastada. En sus libros de este estilo, como Filek o Enterrar a los muertos, su regla es no mezclar información inventada con la historia real, precisamente para no desprestigiar a la verdad. Lo que tienen en común todos los géneros literarios, en palabras del autor, es el arte de contar historias, maravillosas historias que nos cuentan a todos y nos explican también cómo somos, y aunque las historias siempre están ahí, el arte de contarlas es lo que sólo los buenos escritores llegan a conseguir.
El autor confesó que una de sus principales características es que escribe suprimiendo las distancias con el lector, precisamente porque los libros que a él le gusta leer son aquellos en los que el lector tiende a reconocerse, tanto en los momentos buenos como en los malos. En la novela que discutíamos aquella tarde, Derecho natural, hay muchos elementos locales que el propio autor no sabía cómo se interpretarían desde otros lugares o en épocas futuras, un reto al que, en su opinión, se enfrenta cualquier autor. Y sin embargo, en esta ocasión, sí pudimos descubrir al escuchar las impresiones de lectores de Jordania, EEUU, Marruecos, Bélgica y Estambul.
Muchos lectores coincidieron en el interés de la novela, precisamente por la historia de España dibujada en las páginas del libro. Ignacio contaba cómo a partir de la vida de gente corriente, no destacable, le gusta narrar el contexto histórico, que también fascinó a los lectores. La familia además, es un tema recurrente en su obra: los conflictos familiares, paterno filiales, o la sensación de orfandad… y a partir de esta familia que nos acompañará a lo largo de toda la obra en Derecho natural, hace un retrato fidedigno de Barcelona y Madrid de los años 80. Algún lector lo comparó con La colmena, que había leído recientemente, y otro aseguró que este libro se encontraba entre sus mejores 10 lecturas de las 250 que llevaba en el club de lectura de la biblioteca del IC de Chicago.
Los lectores preguntaron por la parte autobiográfica del autor en la novela, y este admitió tener bastante del protagonista, Ángel: la cabeza pensante, el único responsable en la familia, y su parte más sosa también, confesaba el autor, pues las novelas se escriben sobre gente problemática, los otros no son tan interesantes. Otros lectores, en este sentido, destacaron la facilidad del autor para indultar a los personajes más canallas de la novela, y este explicó la importancia para él de que los personajes no sean igual en la primera página del libro y en la última, para Ignacio Martínez de Pisón, sus personajes, a lo largo del libro, crecen, cambian y evolucionan.
La historia de amor, o de gratitud, de Ángel hijo, la diferencia entre el amor desgastado y el amor idealizado de Ángel padre, y los patrones que los hijos copian de los padres, consciente o inconscientemente, en este tema del amor, la pasión o la necesidad, también fueron objeto de discusión. ¡Y el título! No pudimos terminar la sesión sin que al autor nos lo explicara: «hace mención a la idea que podemos tener unos y otros de una justicia superior que no necesariamente está reflejadas en las leyes».
Terminamos poniendo en común y recomendando otras obras del autor, entre otras, la serie El día de mañana, basada en la novela de título homónimo, María bonita, con la que el autor no estaba tan contento pero un lector destacó por el universo femenino en el que se enmarca, Carreteras secundarias, también llevada al cine, y con una complicada historia familiar detrás, Una guerra africana, y La buena reputación, Premio Nacional de Narrativa en 2015. Nos llevamos buenas referencias para este verano, para seguir descubriendo la historia de España a través de historias familiares, de la mano de uno de los mejores escritores en lengua española de los últimos años.
Seguimos en la segunda edición del club virtual 4 Lecturas, 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas del Instituto Cervantes de Bruselas, Estambul, Tetuán y Chicago. Tras el éxito de la primera edición, dedicada a la novela negra, en esta ocasión el tema del club es la memoria del siglo XX. La novela a leer y comentar en esta ocasión es Derecho natural del escritor Ignacio Martínez de Pisón, en la que se entremezcla la comedia y el drama y nos permite asomarnos a la Barcelona de los años setenta y el Madrid de los ochenta.
Derecho natural recoge en sus páginas los tropiezos de la familia de Ángel, el protagonista, símbolo de una generación y de una España en plena transición que aún no ha terminado de despertar del franquismo. Su padre, actor de películas de serie B e imitador de Demis Roussos, tiene una irrefrenable tendencia a la huida; la madre es una mujer enamorada que, harta de creer en él, toma las riendas de su propia vida. Al tiempo que pasa de la infancia a la edad adulta, en el interior de Ángel late la imperiosa necesidad de dotar de sentido a las cosas, de encontrar un orden alejado de la inestabilidad que supone su familia. En esta reconstrucción de una época de cambios e incertidumbres, comedia y drama conviven en una intimidad inextricable que una y otra vez nos lleva de la emoción a la risa.
Ignacio Martínez de Pisón es uno de los autores más consolidados del panorama literario español contemporáneo. Además de cultivar de forma especial la novela y la narración corta, ha hecho adaptaciones para el teatro, ha escrito artículos de prensa y crítica literaria en los principales diarios españoles, ha escrito guiones cinematográficos, y varias de sus obras de narrativa han sido adaptadas al cine. Sus novelas han sido traducidas a una docena de idiomas y ha obtenido numerosos premios, entre ellos el Premio de la Crítica en 2011 y el Premio Nacional de Narrativa en 2015.
El debate sobre esta excelente novela se llevará a cabo del 28 de mayo al 17 de junio en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 18 de junio tendrá lugar el encuentro con Ignacio Martínez de Pisón en la plataforma Zoom, con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el escritor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.
En el encuentro con la escritora Karina Sainz Borgo se mencionaron muchas lecturas interesantes. Cada una de ellas puede servir a un propósito: contexto a su obra, inspiración de sus años de aprendizaje, o recomendaciones a leer y autores a seguir. Aquí os dejamos algunas de las que anotamos ¡Feliz lectura!
Ramírez, Sergio. Tongolele no sabía bailar. Barcelona: Alfaguara, 2021. 337 p.
Alarcón, Cristian. El tercer paraíso. Barcelona: Alfaguara, 2022. 264 p.
Vásquez, Juan Gabriel. El ruido de las cosas al caer. Barcelona: Alfaguara, 2011. 259 p.
Granés, Carlos. Delirio americano. Madrid: Taurus, 2022. 624 p.
Mann, Thomas. La muerte en Venecia. Barcelona: Debolsillo, 2020. 123 p.
Coetzee, J.M. Esperando los bárbaros. Barcelona: Debolsillo, 2033. 216 p.
Rulfo, Juan. Pedro Páramo. Madrid: Cátedra, 1990. 198 p.
Marcolongo, Andrea; Ucini, Andrea. El viaje de las palabras. Barcelona: Zahorí books, 56 p.
Reyes, Dolores. Cometierra. Sigilo, 2019. 173 p.
El pasado sábado 26 de marzo, la escritora Karina Sainz nos regaló una maravillosa tarde de tertulia literaria, con gran generosidad y mucho entusiasmo por la emoción con la que acoge esta escritora los encuentros con los lectores. Cincuenta asistentes disfrutamos de escuchar y conversar con Karina, tan atentos y absortos que se nos pasaron de largo las dos horas convenidas para hablar de su primera novela, La hija de la española, en el primer club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año dedicado a la memoria. Las novelas de Karina Sainz tienen mucho de periodismo, es desde esta óptica desde la que mira al mundo y, la prensa escrita, las letras que la han acompañado desde la infancia. Después, quedó deslumbrada por la literatura española del s. XX, y fueron estos autores los que la impulsaron a escribir con la fuerza que tienen hoy sus novelas. Para ella no existe el mundo sin la lectura, la arrogancia nace de las personas que no leen, que no conocen, que no quieren acercarse al otro. Para esta escritora, una persona que no lee, ya está muerta. Y así lo demuestra tanto en su primera novela como en la segunda, que nos permitió sacar a colación el artículo de ese mismo sábado por la mañana en la revista Babelia, y que define muy bien lo que nos cuenta: «‘El tercer país’, de Karina Sainz Borgo: Peligro, autor con biblioteca.»
Karina Sainz se afinca en España en 2006, en un viaje que hizo de forma inversa al que realizaron sus abuelos, exiliados republicanos, al emigrar de España a Venezuela mucho años antes. España fue, desde entonces, un tema tabú en casa, como lo fue para ella durante mucho tiempo Venezuela. Se fue de su país muy joven y muy herida, y este libro, que no cuenta su historia personal pero sí emocional, ha visto la luz cuando cree haber curado, de alguna manera, esas heridas que produce la emigración forzada, el destierro y la nostalgia. Una nostalgia definida como movimiento, acción, todo aquello que estamos dispuesto a hacer por recuperar aquello que quisimos tanto.
De la nostalgia pasamos a hablar de la memoria, un tema consciente en el s. XX, por tener muchos más elementos que antes para saber lo que se escribe. Para la autora, la memoria nos previene de incurrir en frivolidades, y de la frivolidad a la violencia hay un paso. Con admiración mencionó a otros autores latinoamericanos como Juan Gabriel Vásquez o Iwasaki, y la relación de estos autores con la memoria, una relación lúcida y civilizada. Ella, Karina, sin embargo, no consigue todavía esa relación, aún se emociona, y es por esta circunstancia que se siente más cercana a la literatura española.
Los lectores destacaron el desarraigo y la ansiedad en la lectura, el dolor y la valentía, y alguno incluso dudaba sobre cuáles eran las partes de realidad y cuáles las de ficción, incapaces de creer las atrocidades, bien conocidas por los que allí estuvieron, que ocurren como hechos reales en la novela. Varias lectoras colombianas se sintieron apeladas, recordando la emigración venezolana de los años relatados en el libro. Una democracia y un país tan fuerte, Venezuela, receptora hasta no hace tanto de emigración, y que no pudo impedir el naufragio, ¿puede volver a pasar en otros países latinoamericanos? Una lectora turca sintió muy cerca también la historia narrada en el libro, y la fragilidad de la democracia, a miles de kilómetros. Karina cree que esa fragilidad puede encontrarse en cualquier país a día de hoy, aunque, con optimismo, espera que contarlo sirva también para paliarlo.
Muy comentado también, como no podía ser de otra manera, fue el final del libro. Desde Tetuán les parecía muy cruel ese final, en Granada habrían escogido otro, y Karina confesaba que, de cualquier manera, el objetivo estaba conseguido: poner nervioso al lector en muchas de las situaciones por las que pasa la protagonista.
Junto a otras decenas de referencias literarias que nos regaló la autora durante la tertulia, Karina Sainz nos desveló una interesante teoría sobre la literatura de mujeres latinoamericanas post boom, que contribuyen a contar y a denunciar la política desde el ámbito doméstico: Isabel Allende, Laura Esquivel, Ángeles Mastretta, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor y Elena Poniatowska. Y con estas autoras, con ganas de leerlas a todas, así como de disfrutar del último libro de Karina Sainz, El tercer país, nos quedamos, con una sonrisa tan grande como la que nos regala esta periodista y escritora, compartiendo su tiempo, con una energía y una vibración que llegaron, lo sabemos, a los cuatro continentes.
El sábado nos reunimos con el escritor Eugenio Fuentes en el último club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año, dedicado a la novela negra. Inauguró la sesión Ana Vázquez, directora del Instituto Cervantes de Bruselas, presentando al maestro de ceremonias que nos ha acompañado a lo largo de este año, Ángel Hernando, moderador del club, que siempre acaba sorprendiendo a los escritores con sus preguntas e investigaciones. Y recordamos también, como no podía ser de otra manera, a la recién fallecida escritora Almudena Grandes, una gran pérdida como persona y para las letras españolas.
Eugenio Fuentes comenzó desvelándonos que llegó a ser escritor, promovido básicamente por su afán por contar historias y su pasión por la lectura, que le acompañó desde bien pequeño gracias a la biblioteca del colegio de maristas donde estudiaba, y que le llevó a descubrir, a una edad quizás demasiado temprana, a Borges o Faulkner, entre otros. Con este bagaje, durante la veintena escribió varios cuentos que tuvieron gran aceptación, y así, casi jugando, y gracias al azar, decía humildemente el autor, llegó a Tusquets y a publicar con esta importante editorial la mayoría de sus novelas. Y a la novela negra, nos confesaba, llegó practicando la escritura de diálogo, prácticamente como un trabajo de estilo, pues ¿dónde hay más preguntas que en una novela negra? con la riqueza y variedad, además, de personajes y de registros claves para descifrar el misterio.
Y sin embargo, y con tantos títulos a sus espaldas, no se siente encasillado en la novela negra, aunque no le importaría que así fuera, para él no hay diferencia entre una novela negra o una novela de amor, de hecho cree que algunos de sus títulos son más lo segundo que lo primero, tragedias familiares, dilemas éticos, ahí están las historias. En su opinión, hoy día un escritor de novela negra es capaz de escribir cualquier cosa. Con esta afirmación nos introdujo en los comienzos del género, un género que llegó tarde a la historia de la literatura, que nace con Edgar Allan Poe, y que se empieza a difundir en la segunda mitad del s. XIX, dejando aparte el componente literario para abrirse a los lectores, dejando las bibliotecas para incorporarse a los quioscos. En el s.XXI, una vez incorporado a esa historia de la literatura, el nivel literario aumenta considerablemente, y se diluyen los límites de la novela policíaca. Al preguntarle por la crítica social incluida en la novela negra, aseguraba no estar de acuerdo, de hecho, en su opinión el detective está más cerca del romanticismo que del realismo.
Y de los tintes negros llegamos a Breda, a ese lugar inventado donde Eugenio Fuentes se siente libre, por el que entra y sale a su antojo, y en el que hace lo que quiere con sus personajes, un territorio geográfico en sus novelas, pero también moral. Precisamente de los personajes destacamos la humanidad que desprenden, y el autor confirmó que son lo que más le importan, más que la historia o la intriga, ya que para él, lo más importante es emocionar, y es a través de ellos, y de sus historias y circunstancias. que lo consigue. Si algo pusimos en común los lectores esa tarde, es el ritmo y adicción que suponen sus títulos, un artefacto mágico para olvidarse de todo lo demás, en palabras textuales de una lectora: «el libro no se me cerró». Nos encantó escuchar que Piedras negras es la continuación de su libro Si mañana muero, su sueño de escribir un libro de 1.000 páginas, «el libro que todo novelista quiere escribir», bromeaba, donde Marta Medina, era el personaje por excelencia y del que más orgulloso se siente. Desde el público también detectaron la evolución de los personajes en la novela, el mejor ejemplo, el hijo de su principal personaje, Alejandro Garcilaso.
Nos contó diferentes experiencias sobre historias y anécdotas que le llegan como escritor, y que agradece, aunque para él lo verdaderamente mágico es escuchar a alguien hablando de su oficio, de un tema que domina y comparte. Y así destacamos la variedad de temas retratados en su serie del detective Ricardo Cupido: mundo rural (esa especial ciudad de Breda), especulación urbana, reconstrucciones familiares, exilio, adicción al poder, o los bebés robados, que narraba en esta novela, y que no son solamente bebés robados, sino madres también robadas, favorecidos además por una legislación, vigente hasta 2011, en la que un bebé no era considerado persona hasta las 24 horas de su nacimiento.
Lo que más nos sorprendió fue la confesión del autor de que escribía sin planificación, sin tener clara la estructura y los sucesos previamente, creando la novela a medida que iba escribiendo, a mano normalmente, absorto en la historia, igual que nosotros, los lectores, la vamos descubriendo. Muy interiorizado tiene que tener sus tramas e ideas viendo las relaciones implícitas en la novela, como por ejemplo la relación entre el tema principal y el trasfondo de la novela con la trágica y pintoresca muerte del personaje in media res, que destacaba una lectora: el rancio abolengo de los herederos de los crímenes iniciales.
Lo que sí le ha preocupado mucho desde siempre es el estilo, que cuida con mimo e intensidad, tanto en su calidad de reportero como de narrador, y disfruta con la magia del lenguaje por las diferentes posibilidades y combinaciones que tiene, capaces de disparar la imaginación en el momento menos pensado. Diferentes lectores destacaron algunos guiños de la novela a Psicosis de Hitchcock, a La Regenta de Clarín, o al detective Plinio, de las novelas de García Pavón, que el autor confirmó asombrado. Y para terminar anunciamos su próximo libro, muy actual, en el que se mata y se muere por la pandemia, con un trasfondo de homenaje al personal sanitario, y que tendremos disponible ya el próximo año: Perros mirando al cielo.
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